domingo, 15 de mayo de 2011

Welcome to my hell.


Me rompí, me destrocé.
¿Sabes? Hoy, ahora mismo, no me importa quien lea esto, si lo entienden o si creen que es una historia ficticia.

Creía que podía pasar de todo, morir, destrozarme, que no podía pasarlo peor de lo que ya lo pasé, que había llegado a lo más bajo. Pero ahora sé que hay cosas mucho peores, como no luchar, como no creer en nada, como matarme, rendirme...

Era una puta pesadilla, todo daba vueltas y la sensación de surrealisto era tal que estaba deseando despertarme, algo me decía que había roto todos mis sueños, algo me decía que no era una pesadilla, que era mi vida diaria, que aquello era lo que tenía que vivir día a día.
Miré el paquete de tabaco, la botella de sandevid medio vacía y los vasos que ya no podía sostener derramados en el suelo, miré apagado en el suelo el ultimo porro.
Me estaba matando...
Iban cuatro meses desde que decidí rendirme completamente y dejarme en manos de las drogas, algo por lo que pasaba día tras día esperando al viernes, algo por lo que ya las noches no eran entre ataques de ansiedad y gritos de odio. Llegar al viernes era lo único que deseaba y morir en el, y regalarle mi vida, y decirle "aqui me tienes, destrozame todo lo que no lo has hecho el resto de la semana"
Al principio todo iba tan bien...
Pero en aquel momento seguía allí, consciente de que no era yo la que miraba al horizonte, sin saber siquiera levantarme del suelo, pensando en mis sueños, en lo que deseaba cuando tenía 6 años, en aquella niña adorable que decía que nunca bebería ni fumaría, que nisiquiera quería tener amigos que fumaran. Cada vez estaba más segura de que era una pesadilla, que pronto despertaría, y que estaría en mi cama, que nunca habría aceptado en primer trago, ni la primera calada, ni nunca habría gastado aquellos primeros 5 euros en marihuana, que nunca habría robado a mi propia madre para poder drogarme. Que había estado mal, sí, que había perdido gente, pero había sido fuerte y lo había superado. Creía que aquello solo era un aviso, esas cosas que salen en las peliculas, despertar y cambiar mi rumbo en la vida para no acabar asi.
Pero no... Nunca desperté, porque nunca fue un sueño, porque yo estaba allí, debajo de aquel puente, sentada en una piedra, sola con lágrimas en los ojos y sin saber cuanto tiempo llevaba allí.
Arrastrandome hasta la arena, vomitando lo que llevaba dentro, para poder andar, rozandome la campanilla con los dedos y dandome puñetazos en el estómago, sola.
Porque no creí que nadie pudiera sacarme de mi agujero, porque no dejé que nadie me sacara y yo tampoco hice nada por salir, porque en vez de quedarme al borde del precipicio, cuando estaba mal, me lancé hacia abajo y me reventé contra el suelo.

Me levanté del suelo tambaleandome sin pensar en las manchas de arena de mi pantalon.
Me odié, a muerte, arañandome los brazos con cristales del suelo, del mismo suelo que pisé sonriente tantísimas veces.
Aquello no podía ser verdad, despertaría en cualquier momento, seguro. Pero no era una pesadilla.

N.

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