domingo, 6 de marzo de 2011

Traspapelado entre las paginas de un cuaderno viejo·

Querido amor imposible:

Te escribo la última carta, sin encargarme antes de que llegue a ti después de mi muerte.
El cuaderno en que te escribo estuve completandolo día tras día, durante todos aquellos que estuve contigo, con aquellas cosas que no podía decirte en persona. Ya sabes que siempre se me dió mejor la escritura que la palabrería, al contrario que a ti, era una más de las cosas en las que nos complementabamos.
Yo era la loca y tú el cuerdo, yo la dormilona y tú el madrugador, yo la soñadora y tú el realista, tú siempre fuiste de ciencias y yo de letras, por ello tal vez siempre necesitabas encontrarle la lógica a todo cuando hay cosas que no entienden de eso, cuando mi amor era algo que escapaba a toda razón. Por eso tú calificabas de imposible lo que para mi era, simplemente, distinto.

Si esta carta llega a ti, no llegará más que con el perfume de un recuerdo, pues me encargaré de que esta sea la única página que quede de este doloroso cuaderno. Me niego a que sepas lo que sentía por ti, sabiendo así el sentimiento de culpabilidad que va a acosarte tras mi suicidio.
Aún así, quería despedirme, quería dedicar al amor que nunca más podremos disfrutar, mis últimas lineas. Y recordarte que no olvides el último beso que te dí, pues en ese momento te amaba con la intensidad que se ama al primer y único amor.

Por último, decirte que el mundo, los seres humanos, los corazones, tienen cosas que la ciencia no puede demostrar y, tal vez no es tan malo dejarse llevar a veces.
A pesar de todo, nunca cometas mi error. Nunca ames hasta el extremo de morir si no la rozas. Yo prefiero morir a vivir si estás tan lejos y sin pensar en mi, pero no ha sido solo mi culpa. Perdí la cordura por amor.
Y, ahora que lo he dicho todo, cariño mio, por fín me despido. Que sepas que mi cuerpo se va, pero mi alma siempre será tuya, Querido amor imposible.

N.

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